'Los próximos 100 años'
María Isabel Rueda entrevista a George Friedman, autor del 'best seller': ¿Quién iba a imaginar que la Europa próspera y pacífica de 1900 sería destruida por una guerra atroz en 1920? ¿Que Alemania llegaría a dominar el continente en 1940 pero que 20 años después estaría aplastada y dividida en dos? ¿O que Estados Unidos sería derrotado luego de una guerra que duró siete años y no por Rusia, sino por Vietnam del norte? ¿O que en el 2000, la Unión Soviética se habría desplomado totalmente? ¿Y que China, comunista de nombre, se volvería capitalista en la práctica? ¿O que el mundo próspero y pacífico que existió a continuación sería puesto patas arriba el 11 de septiembre del 2001? Según el escritor, político y empresario estadounidense George Friedman, autor de Los próximos 100 años, el análisis político convencional ya no alcanza para predecir los cambios del mundo, pues adolece de una grave falta de imaginación. Usted dice que para predecir el futuro, la lógica convencional falla, pero su libro predice cómo será el mundo en los próximos 100 años. ¿No es eso una contradicción? Lo que yo quería que entendiera el lector es que nuestro sentido común es una guía muy deficiente para saber lo que va a pasar, y que las cosas que ahora parecen ser tan evidentes van a cambiar. ¿Por ejemplo? Hoy todos piensan que Estados Unidos está en declive. Yo creo que va a ser la potencia dominante en el próximo siglo. Todos creían que la Unión Europea se convertiría en el EE. UU. europeo. Eso ya no es sostenible. Y a mediados de siglo es probable que, en cambio, surjan otras potencias, como Polonia, Turquía y Japón. Yo acepto el principio de la historia de que lo más probable es lo que no se espera; y en este libro trato de entender cuáles de las cosas inesperadas son las más probables. Su conclusión es un poco 'imperialista': que EE. UU. va a continuar siendo en los próximos años el país más poderoso del mundo. Incluso dice que la verdadera historia de EE. UU. va a ser escrita en el siglo XXI.... Echemos un vistazo a los otros países del planeta. El poder es siempre relativo. Estamos siendo testigos de la desintegración de Europa. La economía China es la tercera parte de la de EE. UU. y es poco probable que se triplique en el cercano plazo. Un crecimiento del 3 por ciento en EE. UU. es mayor que un crecimiento del 9 por ciento en China. La primera pregunta que hay que hacerse entonces es: si EE. UU. representa casi la cuarta parte de la economía mundial, cuenta de lejos con el aparato militar más poderoso y es políticamente estable, ¿quién va a sobrepasar su poder? Así que, aunque hoy su economía es débil, todavía está produciendo una cantidad enorme de riqueza. Aun cuando esté perdiendo guerras, todavía controla los océanos. ¿Por qué entonces en el resto del mundo existe la sensación de que EE. UU. está en declive? Una de las fortalezas de EE. UU. es que frecuentemente comparte la percepción del resto del mundo de que está en declive, y por tanto trabaja muy duro para superarlo. Es cierto que es un país que tiene muchas fallas, y la paranoia que eso genera no la soportan muchos países, pero a nosotros nos da la energía para confrontar una situación como la del 2008, y llevar a cabo una serie de cambios. También hay que entender que la opinión global sobre EE. UU. está marcadamente determinada por los europeos, es decir, por lo que digan los franceses o los británicos. Y Europa quería muy en serio que EE. UU. fracasara. Una cosa muy controversial en su libro es su visión pesimista sobre China. ¿No la estará infravalorando? Esto tiene que entenderse en el contexto de lo sucedido con Japón, que también tuvo un periodo de crecimiento extremadamente elevado. Japón era percibido como el gran poder que iba a retar a EE. UU. Pero su crecimiento escondía un problema subyacente: que no era rentable. Y así, mientras experimentaba elevados niveles de crecimiento, su sistema bancario colapsaba. Japón es todavía la segunda economía más grande del mundo, no desapareció, pero cambió su forma de comportarse. Ya no es una economía de crecimiento elevado. Pues China tiene el mismo problema. Usted dice que China es Japón con esteroides... Y los esteroides son sus cerca de mil millones de habitantes que viven en pobreza tercermundista y que, por tanto, no pueden comprar los productos, lo que los obliga a exportarlos. Además, sus productos se han vuelto muy costosos. México y Colombia tienen hoy mano de obra mucho más barata que China. El país asiático no es competitivo en los mercados globales y sostiene su alta tasa de crecimiento en parte manipulando cifras, como cuando declara su PIB del año anterior dos semanas después del fin de año. Esto no se hace, en parte porque se reducen las utilidades, y si se hace se puede por supuesto sostener un crecimiento más elevado, pero no por siempre. ¿Por qué afirma que México podría convertirse en una seria amenaza para EE. UU.? México y EE. UU. ya han peleado una guerra militar en el pasado. Hoy hay un movimiento masivo de mexicanos hacia sus antiguos territorios. México se ha convertido en un país poderoso; creo que es la decimotercera economía más grande del mundo, con un crecimiento muy veloz. Es un país muy serio. Y hay temas pendientes entre EE. UU. y México. Obviamente no habrá una guerra pronto, quizás no llegue a haberla, pero es de suponer que hacia el final del siglo México será una de las principales economías del mundo. EE. UU. dependerá en extremo de la mano de obra mexicana. Habrá un cambio masivo en la configuración poblacional. ¿Hasta qué punto los mexicanos se asimilarán en EE. UU.? Su patria está justo al otro lado de la frontera. EE. UU. seguirá siendo el centro del sistema internacional, pero con dos capitales, una en Washington y la otra en Ciudad de México. Cuando uno mira hacia adelante y ve a dos potencias tan grandes en un mismo continente, sabe que habrá tensiones. Su libro sostiene que así como hoy el problema de los países desarrollados es impedir la entrada de los inmigrantes, en el futuro el problema será atraerlos.... ¿Qué le parece tan extraño? En los años 50, Australia, Nueva Zelanda y Canadá pagaban dinero para atraer inmigrantes. Ahora hay una sobreoferta de mano de obra en estos países. Pero la situación se puede repetir. A medida que crezca la economía mexicana, por ejemplo, ese país va a poder retener más a su fuerza laboral. Estamos entrando en un periodo en el que la mano de obra será escasa, y no el capital. Ve posibilidades de una nueva guerra mundial hacia el 2050... ¿Cómo será? Todas las armas que hoy tenemos pertenecían a la ciencia ficción hace 50 años. Así que no podemos imaginar una guerra en 2050 sin la ciencia ficción, que es un buen predictor, o si no, pregúntele a H. G. Wells. Cada siglo tiene su gran guerra, y no creo que el siglo XXI vaya a ser la excepción. Entonces, ¿cómo se va a pelear esta? La buena noticia es que mientras en el siglo XX las guerras eran de matanzas masivas, con ataques a la población civil del enemigo, el advenimiento de las armas de precisión hará menos sangrientas las que se produzcan en los próximos años. Las armas nucleares fueron la consecuencia lógica de la idea de que para vencer a las fuerzas enemigas había que destruir sus plantas industriales. Si se quiere destruir una fábrica ahora, no es necesario destruir la ciudad, se puede atacar la planta. ¿Cuál va a ser el papel de Latinoamérica en el futuro escenario de su libro, en el cual EE. UU. se enfrentará de nuevo con Rusia? Ustedes tienen un papel muy similar al de Australia: son un maravilloso lugar para vivir y no se meten en la guerra. Simplemente están ahí. El no ser importante en la lucha militar ¡no es malo! Así que, a menos que quieran involucrarse, esta es una oportunidad para el crecimiento de Latinoamérica. Veo a la región posicionándose para ser una alternativa a China. Veo a Colombia con una oportunidad crítica en este contexto, porque tiene tratados de libre comercio y por su ubicación. Colombia tiene una debilidad menor, que es su sistema de carreteras. Falla que si no resolvemos, según usted, podría llevar a que muy pronto haya dos Colombias... Así como China desarrolló dos Chinas, podría llegar a haber dos Colombias. Es más fácil construir carreteras que trasladar poblaciones para que encuentren trabajo cerca de los polos de desarrollo. Realmente no entiendo por qué ustedes no pueden construir carreteras, una de Bogotá a Cartagena... Eso no es complicado. Desde el punto de vista del mundo, a nadie más le importa Colombia sino a los colombianos. Así que si ustedes no participan, no participan, y en cambio, hay muchos países que sí quieren participar. Sus trabajadores están en Bogotá, Cali y Medellín; sus grandes puertos, en Cartagena, Buenaventura, Barranquilla... En el siglo XXI, cualquier nación situada entre ambos océanos tendrá una ventaja enorme si sabe aprovechar esa posición privilegiada. ¡Construyan algunas carreteras! Estamos estrenando Ministro.... Para concluir: ¿hacia dónde es entonces que va el mundo en los próximos 100 años? Ya dije que las personas razonables son incapaces de predecir el futuro. El lema de la nueva izquierda debe cambiar de 'sé práctico, exige lo imposible' a 'sé práctico, espera lo imposible'. Eso no quiere decir que todo lo que es imposible va a suceder, pero el futuro estará en algún sitio entre esas cosas que se piensa son hoy imposibles, y ahí es donde hay que mirar. El siglo XXI será como cualquier otro. Habrá guerras, pobreza... pero dará inicio a una nueva era. La europea ha terminado y comienza la norteamericana. Joven y bárbara como es hoy, su cultura definirá la manera de pensar y de vivir el mundo en el siglo XXI. MARÍA ISABEL RUEDA