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¿Es perjudicial el uso de chupo en los niños?

Salud El bebé no para de llorar; mamá, angustiada, cree que la mejor solución es colocarle un chupo de entretención para que se calme e, incluso, duerma. O, si no puede darle seno, busca el biberón como la mejor opción. Estos episodios son comunes en casa. El chupo, por ejemplo, “forma parte de todos los elementos que los padres adquieren antes de que nazca el niño, sin conocer realmente su utilidad. En muchas ocasiones, son familiares o allegados a la madre quienes lo recomiendan como un elemento de tranquilidad. Cuando la mamá ve que su hijo llora, ante la ansiedad que le produce, prefiere silenciarlo, sin antes identificar la causa de la molestia”, dice el pediatra Carlos Cortázar. Por su parte, Adriana Guzmán Ramírez, fonoaudióloga de la Universidad Nacional de Colombia, dice que su uso radica en el consumismo y la propaganda, y en los mitos que tienen las familias y que se heredan de generación en generación. Para ambos profesionales, el uso del chupo es innecesario y perjudicial. El médico señala que la utilización también se da porque ven bebés que chupan dedo. Sin embargo, explica que “este es un reflejo, instintivo e involuntario que perdura en los primeros meses de vida. Este mecanismo de succión es un método de supervivencia y es la boca el instrumento que los lleva a descubrir el mundo. La naturaleza es sabia. Un niño nace sin chupo y no lo necesita. A pesar de los diferentes modelos que existen en el mercado, ninguno es recomendable, a pesar de las ‘ventajas’ que ofrecen en cuanto a diseño, forma y material”, añade. EFECTOS DE SUCCIÓN PROLONGADA El doctor Cortázar dice que usar chupo de entretención genera succión permanente y, por ende, aumenta la secreción gástrica, lo que produce trastornos digestivos. Por otra parte, añade, es notoria la deformidad del paladar, genera un serio trastorno en la dentición y causa una mordida incorrecta.

Al respecto, la fonoaudióloga explica que todas las personas “tenemos una estructura que funciona anatómica y fisiológicamente; es un arco de paladar determinado y una mordida preexistente que funcionan hasta que cambian los dientes. Cuando se usa el chupo, el paladar óseo se eleva y viene una malformación adquirida, una maloclusión. El paladar, por su parte, tiende a contraerse y se vuelve muy alto”. Los niños que usan chupo también tienen problemas con la salida de los dientes, porque la estructura se ha deformado, agrega. Incluso, son respiradores orales porque tienen una cavidad muy grande. “Cuando se compara la succión del chupo con la del pezón, este último llega hasta más atrás que el chupo. Si el bebé agarra el pezón, los labios se adosan, la lengua va hacia atrás. Con el chupo, la lengua se disminuye totalmente, entra de una vez a la cavidad y daña el proceso de succión”, aplica Guzmán. Otra consecuencia, a largo plazo, dice el pediatra Cortázar, está relacionada con el trastorno del lenguaje. Cuando se desarrollan los músculos masticatorios, se facilita la articulación de las palabras y, en consecuencia, hay un mejor y más rápido desarrollo del lenguaje. Pero, con el uso de estos elementos, se generan patrones de habla distorsionados. “Las ‘s’ no les suenan igual, el paladar está más adelante y uno sabe que son niños que van para aparato de ortodoncia en unos años. Y pueden ser niños con otitis a repetición”. En cuanto a los problemas dentales, el odontopediatra Francisco José Hernández, presidente de la Asociación Latinoamericana de Odontopediatría (Alop), dice que “cuando se genera un hábito prolongado y exagerado de succión, generalmente se activa la fuerza de otros músculos de la boca que hacen que el maxilar superior se comprima, los dientes deadelante se alteren y la lengua se ponga en una posición anterior, cambiando los patrones de deglución”. Pero aclara que “los aparatos de ortodoncia se usan generalmente cuando el niño ha tenido algún problema de deglución, o cuando los huesos y los dientes se deformaron por un abuso del chupo o tetero. Pero eso no quiere decir que todos los niños que usaron estos elementos vayan a usar aparatos”. Para la fonoaudióloga, los efectos del chupo de entretención son los mismos que con el biberón. Al respecto, el pediatra Carlos Cortázar dice que el tetero “es recomendable mientras persista el reflejo de succión, que va desapareciendo después de los siete meses, cuando se inicia la masticación. A los 18 meses, el niño ya tiene la posibilidad de masticar y, a su vez, debe ser integrado al entorno social de la familia, con hábitos y normas que le permitan identificarse como un niño mayor, capaz de desarrollar muchas habilidades”. Pero afirma que las consecuencias de su uso a largo plazo son múltiples: desde el punto de vista nutricional, impide que el niño reciba una alimentación variada, completa y adecuada a su edad, aun sabiendo que el apetito dismi-nuye por la desaceleración de la curva de crecimiento. Es decir, los padres preocupados por la inapetencia, optan por continuar con el biberón como único recurso para que el niño ‘coma y no quede con hambre’. Y es muy frecuente utilizarlo como inductor de sueño. “El niño solo toma ‘para dormir’, sin medir las consecuencias de comer acostado boca arriba, lo que genera infecciones en las vías respiratorias, como otitis media y caries dentales”, puntualiza el médico. En síntesis, para el odontopediatra Francisco Hernández, todos los efectos negativos del uso del chupo y el biberón solo se dan según la intensidad, el tiempo y la frecuencia de utilización. Para él, no se debe satanizar el tema. “Entre menos se usen estos elementos, mejor. Pero hay padres que, por alguna circunstancia mayor, deben usarlos. Entonces, no es ciento por ciento malo, pero la idea es que los bebés no se vuelvan dependientes. El elemento de alimentación es de alimentación y no más. Y si se da el chupo solo para dormir, debe ser por un momento y luego desaparecerlo”

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Richard Betancur

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