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Marte está más vivo de lo que se creía

Adriana Ocampo, la científica colombiana en la Nasa, habla de los hallazgos del robot Curiosity. El suelo de Marte no es tan ácido, oxidado ni salino como se creía. De hecho, en algún momento, reunió las condiciones necesarias para albergar vida.

Este fue el más reciente hallazgo del vehículo robótico Curiosity, posado sobre el cráter Gale, el ecuador del planeta rojo. El análisis del polvo que el robot extrajo de una roca y puso por primera vez dentro del espectrómetro que tiene a bordo, arrojó que en la superficie marciana hay nitrógeno, azufre, hidrógeno, oxígeno, fósforo y carbono, elementos propicios para la vida microbiana. Esta oxidación parcial se hizo evidente durante la perforación de la roca, pues en algunos de sus cortes mostraba un color gris y no rojo, tonalidad dada por la oxidación de minerales como el hierro. Los científicos, entonces, sugirieron que esta especie de maridaje entre sulfatos y sulfuros en la muestra analizada indica “una fuente de energía química propicia para microorganismos”. “Con esto se demostró que el suelo era más favorable de lo que se esperaba para que la vida se haya dado o se esté dando, pues sabemos que hay agua líquida en el subsuelo de Marte”, afirma la científica colombiana Adriana Ocampo, directora de la división de ciencias planetarias de la Agencia Espacial Estadounidense, Nasa, y quien hoy lidera la misión Juno a Júpiter. Incluso, dice, se han logrado detectar cambios en la superficie marciana, como deslizamientos de suelo, en los cuales hay agua vertiente. Según Ocampo, existen tres condiciones claves para que la vida se dé como hoy la conocemos en la Tierra: agua líquida, material orgánico y una fuente de energía, que puede ser el sol o una propia que tienen los planetas y que en el nuestro se manifiesta en forma de volcanes. “En Marte estábamos buscando esos tres ingredientes y sabíamos que en el lugar donde amartizó el robot existió un lago hace millones de años”, explica. De hecho, Curiosity halló grava y guijarros pertenecientes al lecho de un antiguo río en la superficie marciana. La presencia de agua, según la experta, ha sido particularmente evidente en los polos (sobre todo en el polo norte), aunque hay indicios de su presencia en varios lugares, en muchos casos en forma de hielo. Ahora, el nuevo reto de los científicos es confirmar que el material orgánico hallado no es producto de una contaminación traída desde la Tierra, la cual pudo estar presente en los instrumentos del robot. En mayo, este perforará una nueva roca, en otro lugar marciano, con la esperanza de que el análisis arroje los mismos resultados. “Se van a tomar varias muestras de diferentes lugares para ir reconstruyendo la historia geológica del planeta. Marte pasó de ser un planeta muerto a un planeta más activo de lo que pensamos”, dice la experta, quien asegura que los objetivos de la misión Curiosity se van a llevar a cabo en los próximos seis a 10 meses. Pero con estos hallazgos, algunos se preguntan si Marte es un reflejo de lo que podría ser la Tierra en millones de años. Para Ocampo, las teorías apuntan a todo lo contrario, pues el objetivo es “convertirlo en otra Tierra”. Nuestro planeta, en sus inicios, era un lugar inhóspito que, eventualmente, fue cambiando: se formaron los océanos, la vegetación evolucionó y esta comenzó a convertir una atmósfera rica en dióxido de carbono en una con mayor presencia de oxígeno. “Ese es uno de los grandes factores que hicieron posible la vida en la Tierra. Hay hipótesis que hablan de llevar plantas y cultivarlas en Marte en burbujas especiales para que liberen oxígeno”, cuenta. Se sabe que nuestro vecino dura dos años terrestres en darle la vuelta al sol, tiene una atmósfera rica en dióxido de carbono, un diámetro que es la mitad del terrestre, y una superficie que, según las últimas evidencias, ha estado expuesta a los rayos ultravioleta. Para que el ser humano pueda sobrevivir allí, particularmente en la zona ecuatorial –la más propicia para él–, tendría que equiparse con tubos de oxígeno, burbujas y trajes especiales, eso sí mucho más livianos que los requeridos en la Luna, dado que el satélite carece de atmósfera. Por el momento, la Nasa estudia una posible misión tripulada a Marte para el 2025, aunque “todo depende del presupuesto, pues Nasa trabaja gracias a los impuestos de los ciudadanos de Estados Unidos”, puntualiza Ocampo. Robot bien equipado Curiosity, un robot de de seis ruedas con 10 instrumentos científicos a bordo, “es la misión más ambiciosa que el ser humano ha enviado a otro planeta; es un laboratorio ambulante con tecnología de punta, es los ojos y brazos de los científicos en la Tierra, cuyo objetivo es identificar posibles nichos donde la vida se pudo haber dado o quizás se esté dando en Marte”, dice Ocampo. Andrea Linares Gómez

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