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¿Por qué no se detectó el meteorito que sacudió a Rusia?

Roca de 6 metros de diámetros y 10 toneladas de peso impactó la Tierra. Dejó mil heridos. Mientras el mundo estaba ayer viernes atento al paso cerca de la Tierra del asteroide 2012 DA14, un meteorito ingresó a la atmósfera y explotó a pocos kilómetros de un centro poblado en Rusia, un fenómeno del que no hay registros en la historia, pero que causó pánico y dejó unas 1.000 personas heridas. (Siga este enlace para leer: Buzos exploran lago ruso tras estallido de meteorito).

El evento ha generado inquietudes, entre ellas, si se puede detectar un elemento como este. El científico Santiago Vargas responde que es muy difícil detectar cuerpos rocosos pequeños como el que explotó en Rusia. (Lea también: 'Todo el tiempo caen meteoritos a la Tierra'). La pequeña roca celeste, de 6 metros de diámetro, se desintegró a menos de 10 kilómetros de la superficie terrestre, y su onda explosiva sacudió viviendas y edificios de la ciudad rusa de Cheliábinsk, en la región de los montes Urales. Videos colgados en Internet mostraban imágenes apocalípticas donde aparecen las calles de Cheliábinsk iluminadas de repente por una cegadora luz blanca, bolas de fuego atravesando el cielo con un rastro de vapor –que podía verse a hasta 200 kilómetros de distancia– y ventanas y puertas reventadas por la onda expansiva de violentas explosiones. (Imágenes de la caída del meteorito). Las alarmas de los autos se encendieron de inmediato, y se cayeron las llamadas desde teléfonos móviles. La onda expansiva, indicó la delegación local del ministerio de Emergencias ruso, destruyó, además, parte de los muros y del techo de una fábrica. El costo de los destrozos se estima en 25 millones de euros. Asimismo, jóvenes de la universidad de Cheliábinsk aparecían ensangrentados en los corredores del claustro, según imágenes transmitidas por la cadena de televisión Rossia. Todos con heridas causadas, aparentemente, por los trozos de cristal. El gobernador de Cheliábinsk, Mijail Yurevich, reportó que el fenómeno dejó 950 heridos, al menos 725 de ellos (entre los que se cuentan 159 niños) estaban en el casco urbano de este enclave industrial de un millón de personas. De acuerdo con el gobernador, la mayoría de personas resultó herida por la explosión de las ventanas en edificios y viviendas, y dos tercios de estas tenían lesiones leves. Solo dos personas se encontraban en estado grave. “Desafortunadamente, el trabajo habitual de algunas empresas industriales fue interrumpido, algunas personas sufrieron, al igual que infraestructura social: jardines infantiles, escuelas”, le dijo ayer el presidente ruso, Vladimir Putin, a la televisión local. “Aunque eventos de esta magnitud son inusuales, un impacto que puede causar daños y muertes ocurre más o menos cada siglo (...). Desafortunadamente no hay nada que podamos hacer para evitarlos”, añadió. Según relataron habitantes de Cheliábinsk, una bola incandescente, acompañada de una fuerte luz blanca, que se desplazaba a gran velocidad, apareció en el cielo a las 9:20 a.m. de la mañana (10:20 p.m. del jueves en Colombia). El meteorito, que pesaba 10 toneladas y viajaba, según la agencia espacial rusa, a 30 kilómetros por segundo, se incendió al entrar en las capas bajas de la atmósfera para luego desintegrarse. Los fragmentos incandescentes continuaron su camino hasta alcanzar la superficie. En el lago congelado de Chebarkul fue encontrado un cráter de seis metros de diámetro, precisó el coronel Yaroslav Poshiupkin, citado por Ria Novosti. En 1908 hubo un impacto más potente El último gran impacto de un meteorito en la Tierra ocurrió a las 7:17 de la mañana (hora local) del 30 de junio de 1908, cerca del río Podkamennaya Tunguska, en Siberia (Rusia), una zona inhóspita a la que 19 años después pudo llegar una expedición del Museo de San Petersburgo. Leonid Kulik, el conservador principal de la colección de meteoritos del museo, alcanzó ese objetivo, tras haber fracasado en un primer intento, en 1921. De acuerdo con la página en Internet de la Nasa –que el 30 de junio del 2008 conmemoró los 100 años del ‘Evento de Tunguska’, como se conoce este impacto que arrasó todo lo que encontró en un área de 2.100 kilómetros cuadrados–, “ochenta millones de árboles yacían a ambos lados, derribados en un patrón radial sobre el suelo”. Los científicos estiman que la roca espacial, de unos 37 metros de diámetro, penetró la atmósfera a una velocidad de 53.900 kilómetros por hora y luego detonó en el cielo. Fue tan estremecedor el impacto del meteorito que, según la Agencia Espacial de Estados Unidos, habitantes de esta gélida región sintieron que estaban envueltos en llamas. Incluso, se relacionó el hecho con una maldición. Las personas “creían que la explosión había sido una visita del dios Ogdy, que le había echado una maldición al área, derribando árboles y matando animales”. La energía que se liberó al explotar esta bola de fuego la comparan los científicos con alrededor de 185 bombas de Hiroshima. ‘Las ventanas se reventaron’ “Al principio creí que era un avión que se estrellaba, pero no había ningún ruido de motor. Después se produjo una violenta explosión. En muchos edificios de nuestra calle, las ventanas reventaron”, contó a la televisión rusa Denis Laskov, un habitante de Cheliábinsk. ‘PARECÍA QUE FUERA DE DÍA’ “Iba en vehículo a trabajar, estaba bastante oscuro, pero de repente hubo tanta luz como si fuera de día. Me sentí como cegado por unos faros”, sostuvo Viktor Prokofiev, residente de Ekaterimburgo, en la zona de los montes Urales. ‘UNA ONDA ROMPIÓ VENTANAS’ “Estaba parado en el estacionamiento del autobús, despidiéndome de mi novia. Entonces hubo una luz fuerte y vi una columna de humo a lo largo del cielo, y sentí una onda de choque que rompió ventanas”, comentó Andrei, un residente de Cheliábinsk. ‘PENSÉ QUE ERA UN OVNI’ “Mis ventanas no se rompieron, pero primero pensé que mi casa se estaba derribando, luego que era un ovni, y al final he llegado a la conclusión de que se trataba de un terremoto”, tuiteó una residente de Cheliábinsk, testimonio que luego reprodujo ‘The Huffington Post’.

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Richard Betancur

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